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Yara en el período de la Tregua Fecunda

Autor(es):
Blanca Rosa Futiel O’Farrill.
José Pedro Salgado Hernández.
Osvaldo Parra Serrano.
Tres lustros de reposo turbulento.

Después de la Guerra Grande la situación socio-económica y política del territorio fue desastrosa como consecuencia de rigurosa tea incendiaria aplicada por los mambises en el decursar de la guerra. Son ejemplos de esta situación el incendio de Yara en 1869 y 1871. En este último año fueron quemados también Veguita, Boquerón y el Zarzal. En 1872 se incendió la Sal.

Las jurisdicciones de Bayamo y Manzanillo que contaban en 1862 con 24 ingenios la primera, entre ellos uno de vapor y 18 la segunda con seis también movidos por vapor, figuraron solamente con uno en las estadísticas al finalizar la contienda.

Desde el punto de vista social la situación era difícil al finalizar la guerra, pues el pueblo estaba casi despoblado, la mayoría de sus habitantes no podían pagar los solares por la pobreza reinante en que habían quedado. Las tierras que componían al pueblo estaban en manos de la familia de Antonio Roblejo, los que comenzaron a exigir el pago de los solares ocupados por algunos vecinos. Mucho de estos vecinos tuvieron que retirarse a otros lugares por carecer de dinero para efectuar dicho pago. Ante esta situación el celador de la policía, Manuel González Flores, se dirige a través de un oficio al ayuntamiento de Manzanillo para ver la posibilidad de que se mercedaran algunos solares, estancias o lotes para incrementar la población del territorio y los cultivos.

Entre 1880-82 se crea un pequeño gremio de comerciantes integrados por 6 miembros los que se quejan ente el alcalde municipal Francisco Bravo y Zaya y el ayuntamiento de Manzanillo porque las cargas municipales y la pobreza del barrio no le dan utilidad alguna, al contrario le proporcionan pérdidas, por lo que algunos de ellos tienen que abandonar el oficio y dedicarse a otros menesteres durante el año.

Por otra parte, el resto de la población como la esclava, al concluir la guerra se mantuvo prácticamente en las mismas condiciones y los que lograron  su libertad no poseían tierras ni trabajo para vivir.

Los mambises, una vez concluida la guerra y de retorno a sus casas, reciben en su mayoría tierras en Jibacoa y el Zarzal aumentando el número de pobladores en estos territorios.

La difícil situación de post guerra impidió la aplicación de las grandes transformaciones ocurridas en la industria azucarera en la parte occidental. No era posible llevar a cabo estas transformaciones en esta región pues de 42 ingenios que existían entre las dos jurisdicciones de Bayamo y Manzanillo sólo quedó uno al concluir la guerra, por lo que se hacía necesario restablecer la industria azucarera en un territorio donde las condiciones eran difíciles por lo que comienzan a surgir pequeños  trapiches como los de la zona de Santa Rita, La Sal y Sofía. Este último fue construido en los primeros años de la década de 1880, haciendo su primera zafra en 1882-83. Su construcción se debe al español Martín Miret Coralto, quien había sido coronel de las guerrillas volantes de Manzanillo durante la Guerra de los Diez Años.

España mantenía su sistema inalterable y una rígida vigilancia a todas aquellas personalidades que se habían destacado en la guerra. Un ejemplo de ello lo constituye Bartolomé Masó y muchos compatriotas que hasta el número de 80, fueron detenidos en Manzanillo el 5 de octubre de 1879 los que fueron encarcelados y algunos de ellos desterrados  a España.

Ante el fracaso de la Guerra Chiquita y la continuidad de las pésimas condiciones imperantes en la isla, se inicia una nueva etapa de preparación  liderada por José Martí desde el exterior, contando en Cuba con una gran red clandestina encabezada por Juan Gualberto Gómez quien contaba en el departamento oriental con Guillermo Moncada y Bartolomé Masó entre otros.

En la jurisdicción de Manzanillo para junio de 1894 existía un alto nivel de preparación y organización para reiniciar la lucha por la independencia de la patria, lo que se demuestra en la carta que envía José Martí a Máximo Gómez el 25 de este mismo mes, donde se expresa:

Y de Manzanillo tuve especiales informes por dos hermanos Rendón que de allá vienen y han hecho por allá servicio fino, por un sobrino de Bartolo Massó que anda de prisa, lo mismo que otros, viendo a ver como vende lo que por allá tiene, y por la mujer de José del Carmen Perea. En Calicito está Bartolomé Masó, y dicen que aquello es un sigiloso hervidero. Amador Guerra es por allí ahora hombre de mucha pujanza, y de tanto influjo como Antonio Bello que dicen que lo tiene, y en quien parecen todos fiar, a diferencia de Ramírez que no inspira fe. En Punta de Jagua están Israel y Joaquín Estrada, y en Campechuela un Don Manuel Ferral, muy decidido a pesar de su acomodo y Filiberto Zayas, aquel de muchos séquitos. Cabezas de otros lugares, Perea y Manuel Salgado y Chucho león. En Yara Arriba Santiago y Enrique y Leandro Figueredo: encomian de Manzanillo a Luis Soto y Manuel Romagoza [...](1)

Referencias bibliográficas

1.-Martí, José. Espistolario [Compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique Moreno Plá]. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982, Tomo IV, p. 199. 



Publicado: miércoles 19 de mayo del 2021.
Última modificación: miércoles 19 de mayo del 2021.