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Yara durante la guerra de los Diez Años. Antecedentes y principales acciones militares

Autor(es):
Blanca Rosa Futiel O’Farrill.
José Pedro Salgado Hernández.
Osvaldo Parra Serrano.
Período que marca un antes y un después en la historia cubana.

Las crisis económicas  de 1857 y 1866 unido al fracaso de la Junta de Información en 1867, aceleran el proceso de evolución del pensamiento independentista cubano.

La explotación económica que España mantenía sobre la isla evidencia un agravamiento superior al habitual, que se hacía más crítico en la zona oriental y central de la isla. Analicemos los siguientes datos de 1862 que demuestran la situación de cada departamento de la isla en esta época:

Departamento

Esclavos

Ingenios a vapor

Producción
(toneladas

%

Occidental

240 000

594

313 738

62

Central

58 600

235

142 869

28

Oriental

67 100

120

46 637

10

Fuente: Le Riverend, Julio. Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana 1978, Tomo 2.

La contradicción entre la colonia y la metrópoli se hacía cada vez más aguda. La negativa de Espana, que hizo fracasar la Junta de Información, de hacer concesiones a la isla hizo comprender a los cubanos que la única salida era la lucha abierta por la independencia de Cuba.

En el territorio yarense las ideas independentistas durante la década del 60 alcanzaron un mayor auge. El 19 de marzo de 1866, durante las fiestas de San José, estuvieron en Yara Manuel Anastasio Aguilera, Juan Hall, Carlos Manuel de Céspedes, Ricardo Céspedes, Manuel Socarrás y sus dos hijos, Juan Sánchez, Gregorio Santiesteban, Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo (Perucho) y otros, para realizar propaganda conspirativa aprovechando la concurrencia al poblado de gran cantidad de personas. En otros lugares del departamento oriental se realizan importantes reuniones tales como: San Miguel del Rompe el 4 de agosto de 1868, finca Muñoz el 1ro de septiembre, Santa Gertrudis el 2 de octubre, el  Ranchón de los Caletones del 3 al 4 de octubre, Mijial el 4 de octubre y el Rosario el 6 de octubre. En estas reuniones se pone de manifiesto la inquietud de los conjurados por determinar la fecha del alzamiento, pues existen dos tendencias; una de ellas plantea esperar la terminación de la zafra para adquirir los recursos necesarios y la otra, partidaria de iniciar la lucha inmediatamente. En la reunión del Mijial se acordó el alzamiento para el 14 de octubre, fecha que fue secundada por los manzanilleros y yarenses en la reunión del Rosario, donde Céspedes fue aclamado como líder del movimiento.

El 10 de octubre de 1868 en el ingenio Demajagua, para salvar la revolución que se preparaba; Céspedes dio la libertad a sus esclavos y proclamó la independencia de Cuba, dando a conocer a través de un manifiesto las razones que obligaban a los cubanos a lanzarse a la lucha armada contra el oprobioso régimen español.

Principales acciones armadas


Luego del encuentro del 11 de octubre, bautismo de fuego del Ejército Libertador y acción de armas que dio a conocer el inicio de la guerra por la independencia de Cuba; Yara se convirtió en un campo atrincherado entre Manzanillo y Bayamo, primero por los mambises y luego por los españoles al tomar la ofensiva. Su proximidad a la Sierra Maestra, más los grandes recursos económicos y alimenticios como la ganadería, las viandas y el tabaco, la convertían en una posición estratégica codiciada por ambas fuerzas. Por otra parte constituía un puente obligado en el trasiego de comboyes entre Manzanillo y Bayamo.

En el año 1869 en el territorio prevalece el dominio español al aplicarse la Creciente de Valmaseda. La toma de Bayamo por los españoles obligó a los insurrectos a la dispersión. Durante los primeros meses de este año Carlos Manuel de Céspedes establece su campamento general en Buena Vista de Yara 4 de marzo y Santa Rita de Veguita el 19, sin que se produzcan enfrentamientos ofensivos de gran envergadura por la carencia de armamentos en el Ejército Libertador, sin embargo, aprovechando las condiciones del territorio yarense se produce la quema del poblado en este mismo año.

Para 1870 continúa el predominio español en el territorio y los mambises tienen que replegarse hacia la Sierra Maestra, no pudiendo operar en columnas y teniendo que hacerlo en pequeñas partidas dado por el plan estratégico aplicado por Valmaseda.

A pesar de que 1871 fue el año trágico de la guerra para las fuerzas mambisas, la llegada de algunas expediciones como el vapor Virginius el 21 de julio de 1871 por la costa sur oriental permitió la realización de importantes acciones como el incendio y destrucción de Jiguaní y Yara el 18 y 29 de septiembre  respectivamente. En este último se había logrado la recuperación de los daños ocasionados por el ataque mambí en 1869, contaba ya con 250 casas y bohíos levantados sobre las ruinas del anterior incendio. Disponía de almacenes, tiendas y una iglesia parroquial que demuestran un desarrollo socio-económico considerable.

Militarmente el poblado tenía una guarnición de 18 soldados que protegían esta zona como punto estratégico para las fuerzas españolas, por lo que Valmaseda decide convertirla en un campo atrincherado y por tal motivo la visita el 6 de septiembre de 1871.

El 29 de septiembre las tropas de Luis Figueredo y Salomé Hernández, atacan el poblado obedeciendo a la estrategia trazada por Céspedes de "[...] destruir todos los elementos de riquezas con que el enemigo cuenta para sofocar la Revolución [...]".

Utilizando la sorpresa y el engaño los patriotas lograron penetrar en el interior del caserío hasta la iglesia parroquial, que convertida en débil fortificación era defendida por los soldados del segundo batallón de Barcelona bajo el mando del joven alférez Anibal Monroy, apoyados por civiles y voluntarios residentes en el poblado. Los patriotas arreciaron el fuego por ambos flancos, algunos se lanzaron a los fosos que rodeaban el fuerte para escalarlo y cortar las cuerdas que mantenían izado el puente levadizo. Los voluntarios que habían logrado ganar el puente hacían inútil resistencia. Era imposible detener el avance mambí apoyado por disparos desde diferentes posiciones y el lanzamiento de mechas de azufre sobre el techo de guano de la iglesia, que una vez incendiado abrazaría a los defensores del débil edificio.

Monroy, percatado del peligro de ser quemado, ordenó derribar el techo y agrupó a los mejores soldados para defender las sogas del puente. Los insurrectos redoblaron el fuego con los refuerzos que le llegaron y arremetieron con gran número de hombres por la retaguardia del enemigo, lugar que ofrecía poca resistencia.

Al retirarse los invasores dejaron numerosas pérdidas materiales y humanas, fueron incendiadas la capitanía, 2 tiendas, 2 casas y 96 bohíos, se apoderaron de la bandera española que enviaron a Estados Unidos como valioso trofeo de aquella victoria. Obtuvieron además, ropas, dinero, tabacos, frutos y pertrechos de guerra. Yara fortaleció el espíritu patriótico de los mambises, su valor heroico se vio recompensado. Sobre este hecho Céspedes, quien acompañaba el gobierno presenció el ataque escribió: "[...] la toma y saqueo de Jiguaní y Yara demuestran palmareamente que en un caso, no pudieron las fortificaciones, oponer valladar al valor de nuestros soldados; convencen en el otro que bastó la necesidad, para que nuestros planes militares, de entrar en aquellas poblaciones para que fuese un hecho realizado [...] (1)

Por otra parte, dando la grandeza de aquel hecho escribiría el historiador espanol Antonio Pírala: [...] la población que alegre gozaba con la paz que le había dado el español se vió asaltada, saqueada y reducida a ceniza-Yara, ese centro de reproducción y desarrollo de las riquezas manzanillera, no existe tampoco [...] (2)

Una vez concluido el ataque los peninsulares se vieron obligados a reorganizar sus tropas, movilizando otros batallones, para poder perseguir a la tropa de Luis Figueredo, que acompañaba al gobierno de la República en Armas que se dirigieron a la zona de La Sal. Para perseguirlo el gobernador de la zona Bayamo-Manzanillo-Jiguaní, ordenó al primer jefe de la zona de Matanzas que con sus fuerzas disponibles, 110 hombres del Antequera, la contraguerrilla del rey y una tropa de montaña en Veguita (una disponible en el territorio) marchar sobre una tropa de insurrectos dando como posible ubicación La Escondida, El Pozón, Los Toros, Gallego y el Palenque.

A fines de 1871 los mambises apoyados por un golpe de audacia levantaron el prestigio que perdían cuando atacaron simultáneamente Yara, Boquerón, el Zarzal y Veguita y desarrollaban con gran éxito la campaña de Guantánamo.

En los primeros meses de 1873 en territorio de Yara se comienza a preparar una vasta conspiración para apoyar al Ejército Libertador que ya era dueño de los campos de esta región, sin embargo esta no pudo cumplir sus propósitos al ser descubierta por las autoridades españolas, haciendo prisioneros a muchos de ellos, mientras que los fugitivos se presentaban a los mambises y se incorporaban a la lucha.

Otra acción en el territorio fue el encuentro de los españoles con un grupo de mambises que recolectaba viandas en Punta de Pavo, a un cuarto de legua de Yara, donde se causaron cinco muertos y dos prisioneros al enemigo y por parte de los insurrectos un muerto, que fue asesinado por un voluntario después de haberse rendido.

El primero de junio de 1873 cuando los mambises se encontraban acampados en las sabanas de Bihuela, se presentó una columna española que después de un breve tiroteo con algunas fuerzas de Bayamo al mando del teniente coronel Emilio Nogueras, se retiró. El día 4 volvió la columna española extraordinariamente reforzada y ocupó Zarzal. El coronel Maceo al frente de la mayor parte de las fuerzas cubanas, ataca resueltamente las poderosas posiciones españolas causándoles daños considerables, pero no pudo desalojarlos. Durante los días 5 y 6 continuó  el combate, el empuje de los mambises fue demoledor, el enemigo comenzó a desplegarse hasta que el alarmante número de bajas que comenzaban a clarear sus filas obligó a sus oficiales a emprender la retirada bajo el implacable castigo del machete. Al concluir el combate, Maceo con su tropa cumpliendo órdenes de Calixto García sale para Bueycito para reponerse de víveres, regresando el día 7.

Al hacer el balance de los resultados del combate de Zarzal las bajas ocasionadas al ejército español sobrepasaron los 250 hombres entre los que se encontraban el coronel Sostrada y obtuvieron armas, parque y el convoy del enemigo. Además fue destruida una zona de abastecimientos de gran importancia para el ejército español donde obtenían grandes cantidades de viandas, carnes y otros productos que eran utilizados para alimentar sus tropas.

Las figuras más sobresalientes en este combate fueron el coronel Antonio Maceo y el teniente coronel Guillermo Moncada, que una vez más dieron muestras de su gran valor y su capacidad militar, por lo que fueron ascendidos por el propio Céspedes, el día 8 de junio de 1873, en el campamento del Purial, a los grados de brigadier y coronel respectivamente.

En este mismo año son incendiados por las fuerzas de Calixto García los poblados de Boquerón, Bueycito, Palmas Altas y Veguita. En el último ocuparon 150 cabezas de ganado.

El 6 de septiembre de 1874 Calixto García atraviesa el camino entre Bayamo y Manzanillo, cortando la línea telegráfica en las proximidades de Veguita e internándose en San Antonio de Baja, a dos leguas de este poblado. Los españoles al percatarse de que habían cortado la línea telegráfica le siguen el rastro e inician la persecución, sorprendiéndoles en el momento en que una parte de su reducida escolta buscaba viandas. Ante la imposibilidad de escapar, en un gesto de valor Calixto decide inmolarse ante que entregarse vivo al enemigo, disparándose un tiro debajo de la barbilla que le salió por la frente, quedando gravemente herido. Fue trasladado para Veguita donde recibió la primera cura por el médico del poblado Don Federico Baglieto.

Con este hecho se separaba definitivamente a una de las figuras más importantes de la Revolución y uno de los militares más capaces durante la guerra, constituyendo un duro golpe para las fuerzas mambisas y un éxito trascendental para las tropas españolas que lo conducen prisionero a las cárceles de España como trofeo de guerra.

Ante las incursiones mambisas por el territorio en afán de obtener alimentos, los españoles recurren a la construcción de fuertes y la concentración de los estancieros, vegueros y la población que moría de hambre motivado por los efectos de la guerra. Esta concentraciones se hicieron en sitios fértiles y de fácil protección en las que se les facilitaba lo necesario para que trabajaran y contribuyeran a la defensa de las zonas como Veguita, Yara, Zarzal y Boquerón.

Desde finales de 1874, con el desarrollo de la invasión a Occidente, la salida de Calixto García de la guerra, unido a la destitución de Céspedes en octubre de 1873 y su muerte en febrero de 1874, constituyeron factores importantes en la disminución de las operaciones militares en el departamento oriental, siendo el objetivo de la guerra Camagüey y Las Villas.    

Ante esta situación las fuerzas mambisas de esta región se habían replegado para la Sierra Maestra sin llevar a cabo ningún combate de importancia. Algunos jefes insurrectos en 1876 se habían presentado a los españoles, aunque las fuerzas mambisas no habían mermado considerablemente, lo que se mantiene hasta el final de la guerra.

El 10 de febrero de 1878 se reunió el Comité del Centro con Arsenio Martínez Campos, firmando el acuerdo de paz conocido como "Pacto del Zanjón".

Después  de  obtener un éxito pacificador en Camaguey, Martínez Campos se dirige a Manzanillo con el propósito de continuar su campaña en esta región, deteniéndose varios días en el poblado de Yara, desde el 3 hasta el 6 de marzo de 1878. Modesto Díaz estimó perdida la guerra y rindió sus fuerzas que operaban en la jurisdicción de Bayamo. De esta misma forma el día 6 se presentó a Yara el brigadier Luis Figueredo con unos 200 hombres entre jefes del regimiento Bayamo, de ellos 110 armados y 50 familias.

La entrevista entre Maceo y Martínez Campos se efectuó el 15 de Marzo, donde Maceo rechaza totalmente el pacto del Zanjón. Esta actitud del Titán de Bronce ante el pacto se conoce en la historia como la "Protesta de Baraguá", la cual fue secundada por otros jefes mambises. 

Referencias bibliográficas

1.-Pichardo, Hortensia y Portuondo, Fernando. Carlos Manuel de Céspedes. Escritos. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1974, Tomo II, p. 262.
2.-Pirala, Antonio. Anales de la guerra de Cuba. Editorial Madrid, Tomo III, p. 979.



Publicado: martes 18 de mayo del 2021.
Última modificación: miércoles 19 de mayo del 2021.