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La quema del cacique Hatuey

Autor(es):
Fray Bartolomé de las Casas.
El primer relato de cómo la conquista española le arrancó en Cuba una página a la historia del universo.

El año de mil e quinientos y once pasaron a la isla de Cuba, que es como dije tan luenga como de Valladolid a Roma (donde había grandes provincias de gentes), comenzaron y acabaron de las maneras susodichas e mucho más y más cruelmente. Aquí acaescieron cosas muy señaladas.

Un cacique e señor muy principal, que por nombre tenía Hatuey, que se había pasado de la isla Española a Cuba con mucha gente por huir de las calamidades e inhumanas obras de los cristianos, y estando en aquella isla de Cuba, e dándole nuevas ciertos indios, que pasaban a ella los cristianos, ayuntó mucha o toda su gente e díjoles: «Ya sabéis cómo se dice que los cristianos pasan acá, e tenéis experiencia cuáles han parado a los señores fulano y fulano y fulano; e aquellas gentes de Haití (que es la Española) lo mesmo viene a hacer acá. ¿Sabeís quizá por qué lo hacen?» Dijeron: «No; sino porque son de su natura crueles e malos» Dice él: «No lo hacen por sólo eso, sino porque tienen un dios a quien ellos adoran e quieren mucho y por habello de nosotros para lo adorar, nos trabajan de sojuzgar e nos matan» 
 
Tenía cabe sí una cestilla llena de oro en joyas e dijo: «Veis aquí el dios de los cristianos; hagámosle si os parece areitos (que son bailes y danzas) e quizá le agradaremos y les mandará que no nos hagan mal» Dijeron todos a voces: «¡Bien es, bien es!» bailáronle delante hasta que todos se cansaron. Y después dice el señor Hatuey: «Míra, comoquiera que sea, si lo guardamos, para sacárnoslo, al fin nos han de matar; echémoslo en este río» Todos votaron que así se hiciese, e así lo echaron en un río grande que allí estaba.
 
Este cacique y señor anduvo siempre huyendo dé los cristianos desde que llegaron a aquella isla de Cuba, como quien los conoscía, e defendíase cuando los topaba, y al fin lo prendieron. Y sólo porque huía de gente tan inicua e cruel y se defendía de quien lo quería matar e oprimir hasta la muerte a sí e a toda su gente y generación, lo hobieron vivo de quemar. Atado al palo decíale un religioso de Sant Francisco, sancto varón que allí estaba, algunas cosas de Dios y de nuestra fe (el cual nunca las había jamás oído), lo que podía bastar aquel poquillo tiempo que los verdugos le daban, y que si quería creer aquello que le decía que iría al cielo, donde había gloria y eterno descanso, e si no, que había de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas. El, pensando un poco, preguntó al religioso si iban cristianos al cielo.
 
El religioso le respondió que sí; pero que iban los que eran buenos. Dijo luego el cacique, sin más pensar, que no quería él ir allá, sino al infierno, por rio estar donde estuviesen y por no ver tan cruel gente. Esta es la fama y honra que Dios e nuestra fe ha ganado con los cristianos que han ido a las Indias. Una vez, saliéndonos a recebir con mantenimientos y regalos diez leguas de un gran pueblo, y llegados allá, nos dieron gran cantidad de pescado y pan y comida con todo lo que más pudieron; súbitamente se les revistió el diablo a los cristianos e meten a cuchillo en mi presencia (sin motivo ni causa que tuviesen) más de tres mil ánimas que estaban sentados delante de nosotros, hombres y mujeres e niños. Allí víde tan grandes crueldades que nunca los vivos tal vieron ni pensaron ver.

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Tomado de: Fray Bartolomé de Las Casas. Brevísima relación de la destrucción de las Indias.
Publicado: miércoles 21 de abril del 2021.
Última modificación: martes 18 de mayo del 2021.