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La década de 1950: punto de giro en la historia de Yara

Autor(es):
Blanca Rosa Futiel O’Farrill.
José Pedro Salgado Hernández.
Osvaldo Parra Serrano.
Coartación del orden constitucional y guerra revolucionaria.

El siempre violado programa de los que asumían el poder, fue creando las condiciones propicias para emprender un camino diferente por proyecciones más radicales. La seudorrepública continuaba en su avance ininterrumpido representando los intereses de los yanquis, la burguesía nacional, los terratenientes y políticos corruptos. Los días del autenticismo estaban contados, al aplicar en el gobierno de Carlos Prío Socarrás acciones sin precedentes en la Historia de Cuba, como persecuciones, detenciones, represiones y crímenes propios de la Guerra Fría.

La ortodoxia se preparaba confiada para aplicar su programa avanzando que gozaba del apoyo popular. Al acercarse las elecciones de 1952, todo estaba preparado, al igual que en el resto de país para el triunfo ortodoxo, pero el pueblo recibió con profundo dolor la noticia del golpe militar dado por Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952. Así se resumía el camino de medio siglo recorrido por la Cuba republicana. Las profundas contradicciones socio-económicas y políticas propias de la sociedad burguesa en Cuba, agudizaron hasta el extremo de originar un poderoso movimiento de protesta que culminó en la victoriosa Revolución Cubana.

En Yara al producirse el golpe no hubo acciones significativas, dada la rápida acción de los militares, que controlaron a la pequeña población. No obstante, en este barrio se organizaron y conspiraron e hicieron muchas prácticas de tiro y preparación militar en la finca de Emilio Gil en Jobosí, los montes Cubeña y la finca de los Brull en Macuto. En este pequeño pueblo se odió aquella dictadura militar, y se puso de manifiesto en la respuesta que dio el pueblo ante los sucesos del 26 de julio de 1953 y la farsa electoral de 1954 donde los electores, en su mayoría de la ortodoxia, fueron al retraimiento y otros prefirieron ir al voto negativo al elegir a Grau en su boleta.

De 2 653 electores depositaron el voto por Batista 785 representando el 29.58%  por Grau lo hicieron 108 electores lo que representó el 4%,  a esto se suma que hubo alteraciones en las urnas, pues en la prensa manzanillera aparecía que era significativo ver la pobreza de las votaciones en los barrios de Yara, Sexto, Tranquilidad y Calicito y no es de dudar si se tiene en cuenta que con todo el retraimiento que se llevó a cabo nacionalmente por los ortodoxos y la retirada del autenticismo, Batista obtuvo en las elecciones de 1954 un total de 1 262 586 votos superando a Grau San Martín que en 1944 se atribuyó las medidas tomadas por Guiteras en 1933 y alcanzó 1 041 822 votos, siendo la diferencia de 220 764 sufragios. De esta manera, Batista apoyándose en los fraudes y el desprestigio político continuó en el poder, pues él antes de efectuarse las elecciones, en enero de 1954 expresó: "[...] Las amenazas por algún partido de no concurrir a las elecciones no pueden alterar nuestro firme propósito de celebrarlas, iremos a ellas para tranquilidad de la ciudadanía [...]"

El 19 de marzo de 1954, en las fiestas de San José, vino de visita el ministro de agricultura Alfredo Jacomino, participando en lo que se esperaba fuera en los salones del círculo "Yara" una noche de gala, rodeado de la élite del arroz que coronaban a su reina Adelita Puebla Rodríguez. Entre los presentes se encontraban José V. Ramírez, Luis Roca, Pedrito Alvarez, los Cubaña, los Aguilera, Lalo López, Romagoza y como es lógico una representación del ejército. La actividad fue todo un desastre, del público que los rodeaba salieron aproximadamente 20 huevos que cayeron encima de los que se encontraban en el escenario, el ejército buscó infructuosamente a los autores de aquel hecho, pero estos escaparon, fue una acción de varios miembros de la Juventud Ortodoxa liderados por Pedro Telarroja y Andrés Luján Vázquez quien vendría más tarde en el yate Granma. Esta acción llenó de cólera a los poderosos, pues al intentar salir la mayoría de los autos fueron ponchados por la cantidad de clavos y grampas que habían sido lanzadas en la carretera central.

Los elementos progresistas respondían así contra quienes habían violado la constitución y habían acabado con las pocas libertades democráticas. Se habían agudizado las contradicciones de clases, para el estallido de la lucha armada sólo era cuestión de tiempo.

El movimiento 26 de Julio y la lucha clandestina

La lucha clandestina en el territorio comienza a tomar niveles desde los propios instantes en que se producen los ataques simultáneos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes. Esta afirmación está avalada por los sucesos en la Veguita con el asaltante Andrés García, quien fue torturado junto a Pedro Véliz y Hugo Camejo, este logró sobrevivir y fue encontrado por Bernardo Amaya en La Toyada, en él se evidenciaban rasgos de torturas despiadadas, la fiebre era alta, divariaba, desconocía el terreno y era perseguido. Los momentos fueron de tensión, fue conducido a la casa de Bernardo y Bélica González Roja donde fue atendido por varios días hasta su traslado a Malacó, en La Sal, por razones de seguridad.

Antonio Verdecia se encargó de curarlo, cuidarlo y entregarlo al arzobispo Pérez Serantes. Así dichos a grandes rasgos, es como Andrés García salva su vida, mientras los otros dos combatientes no sobrevivieron. Refiriéndose a este hecho Vin Botello escribió: [...] estos sangrientos hechos sensibilizaron mucho al pueblo veguitero y esto explica, en parte su decisión de lucha insurreccional y de apoyo incondicional a la guerrilla de nuestro Comandante en Jefe".(1)

Es así como al fundarse por la Generación del Centenario el Movimiento 26 de Julio el domingo 12 de junio de 1955 en la casa No. 62 de la calle Factoría en La Habana, quedaba evidenciada la continuidad de la lucha armada como único camino para el logro de la liberación definitiva. Las filas de este movimiento de nueva creación rápidamente comienzan a crecer y ramificarse por todo el país, pues las pocas semanas que Fidel estuvo en Cuba luego de decretada su amnistía, fueron sumamente fructíferas, logró incorporar o aglutinar numerosas figuras de reconocido valor revolucionario y el movimiento 26 de Julio se nutrió de nuevos militantes procedentes de otras organizaciones combativas. Así sucedió con Frank País, Pepito Tey y Vilma Espín.

A fines de 1955 en la zona de Yara, comienzan a darse los primeros pasos para la organización de la primera célula del M-26-7 la que quedaría bajo la dirección de Daniel Motolá Hérryman (apátrida) quien tendría contactos y orientaciones de Santiago de Cuba y Manzanillo. A mediados de 1956 Pepito Tey Saint-Blanchard se reunió con varios veguiteros en el bar de Dilvio González, ubicado en su propia vivienda en las afueras del pueblo, denominado Villa Cuca y crea una célula del M-26-7, que en verdad quedaría desactivada poco después por falta de organización. La dirección de esta célula estuvo conformada, por un coordinador que fue Omelio León Barrientos (apátrida), como jefe de acción Juan Manuel Fornaris y atendería las finanzas Joel Paneque.

Ante la actitud pasiva de la dirección de aquella célula se fundan dos nuevas en Veguita dirigidas por Mario Bruquetas Rosabal y Enrique Vázquez, las que realizarían en 1957 una gran cantidad de acciones demostrando su vitalidad, las filas de estas células estaban nutridas de elementos muy jóvenes destacándose entre ellos Enrique Vázquez Reyes, Leopoldo Cintra Frías, Emilio Oliva Hernández, Marcelo Sánchez, Luis Vázquez Zamora y Roberto López Martí entre otros.

En la zona de Macuto surge otra célula dirigida por Gabriel Brull quien estableció relaciones con Rafael Sierra en Manzanillo y la de Mario Bruquetas, a través de Olvein Botello Ávila (Vin) contactaban con Micaela Riera, el enlace entre ellos sería Pito Motolá, tiempos después ambas células se fusionan y actúan coordinadamente. La fundación de células no se detiene y surge otra en Yara dirigida por Estanislao Arias Fonseca destacándose entre sus miembros Leonardo Arias Fonseca, Luis Toledo Lorente, Francisco Toledo Ortiz, Ángel Tamayo, Miriam y Elidover Arias Puebla. Producto de una imprudencia es detectada una reunión de esta célula en el Bar Flores de Yara y son tiroteados a boca de jarro muriendo los hermanos Arias (Tani y Leo), Ranulfo Leyva y dos hermanos de apellidos Roldán que nada tenían que ver con el movimiento, en la cara es herido Gustavo Ramón, todo sucedió al oscurecerse del día 12 de noviembre de 1957. Ante este hecho fue necesario reestructurar la organización y de inmediato se hizo en la tienda La Comercial, de los Lay, quedando como jefe Ángel Tamayo Verdecia (Gelo)

Por otra parte se creó una célula integrada por Miguel Ángel Pérez (Langue, quien sería el jefe) y como miembros Luis Manuel Calás, Lino Alarcón y otros.)

En las zonas aledañas se fundaron otras células que revistieron un gran valor por las acciones que desarrollarían como la surgida en Las Mochas, esta era dirigida por Juan José Ferriol Peña y entre sus miembros se encontraban Raymundo Matos Falcón, Manuel Rosabal Zamora, Rolando Viltres Gutiérrez, Benigno Osorio, Luis Pérez Caiñas, Gaspar Aguilera, Ricardo Ramos, Jorge García Curbelo, Rubén Rosabal, Rafael Lastres, Rogelio Sardiñas, Cándida La O, Clara Luz González, Melba Rosabal, Narciso Linares y Martín Cedeño.

Ya avanzada la guerra se organiza en Guasimilla, próxima a las arroceras de los Roca y Álvarez, una potente célula del M-26-7 en 1958 que llegó a contar con más de 26 miembros, la misma fue liderada por Miguel Angel Cañete. Esta organización hizo aportes valiosos en armas a los rebeldes que se encontraban en la Sierra Maestra.

De esta manera el M-26-7 se fue haciendo poderoso en el llano jugando un papel activo en la lucha clandestina, convirtiéndose en el sostén de la lucha guerrillera, ambos constituyeron dos eslabones de un mismo proceso histórico. Cada célula del M-26-7 buscaba la forma de debilitar la dictadura y vertebrar una firme resistencia en el llano que permitiera la acción simultánea y segura de los guerrilleros que utilizaban diversas vías para llegar a las montañas.

Hay una vía de acceso que no se puede obviar y que fue utilizada mucho por los miembros del M-26-7 de Manzanillo y fue El Marabuzal ubicado entre Cayo Redondo y Las Novillas.

Estas vías seguras eran conocidas y utilizadas con frecuencia por los miembros del M-26-7 en tareas muchas veces ordenadas desde la comandancia rebelde.

La impotencia y la inutilidad de las operaciones contra insurgentes de la dictadura batistiana, hizo que en cada cuartel se tomaron medidas arbitrarias que constituyeron para la población efectos ejemplarizantes, donde prevaleciera sobre todo el terror, el dolor y la desesperación sin límites. En el caso de Yara muchos fueron los crímenes cometidos para aplacar la efervescencia revolucionaria y el accionar del M-26-7. Los primeros en perder sus vidas fueron cinco jóvenes, algunos de ellos inocentes, en los sucesos del bar Flores el 12 de noviembre de 1957, les sucedieron hechos horrendos como la muerte de Emilio Puebla Escalona el 19 de agosto de 1958 y días después la detención y desaparición de Blas Acacio Comas, el 20 de septiembre de 1958 figuras de un relieve extraordinario y valentía a toda prueba, quienes en los momentos de mayor peligro actuaban con una serenidad envidiable, se deduce que sus muertes estuvieron ligadas a una delación o traición cuando compraron a unos casquitos dos armas con balas, una Thompson y un Springfield con un valor de $ 140 las que fueron llevadas para la comandancia. Las torturas se aplicaron contra todo sospechoso, fuera hombre o mujer sin mirar edad, así fueron maltratadas corporalmente Gina Barbán y Amelia Puebla Pérez hermana de Emilio, ninguna habló, sus torturadores llegaron al extremo de violarlas pero se mantuvieron fieles a sus principios revolucionarios.

Al desarrollarse la huelga del 9 de abril de 1958, en Yara se quema la valla de gallos y se riegan innumerables clavos y alcayatas en la carretera, se paralizan muchas maquinarias en las arroceras de los Roca y Álvarez y la carretera es llenada de obstáculos como hierros y botellas rotas desde la línea hasta el molino arrocero La Suprema Oriente S.A, donde actualmente se encuentra la fábrica de conservas. Esta acción fue desempeñada por Arturo Peña colaborando con él Moisés Núñez y Filiberto Rosabal. Actividades como estas ya se habían realizado con anterioridad como por ejemplo el 5 de septiembre de 1957 en solidaridad y apoyo con el levantamiento de Cienfuegos, la célula de Mario Bruquetas en Veguita tumbó postes eléctricos, regó clavos y poncharon el carro del Coronel Salas Cañizares, ondearon algunas banderas  del M-26-7 en su avance impetuoso, en medio del ambiente clandestino, que los caracterizó, desde fines de 1956 hasta el triunfo revolucionario.

En otra parte del territorio Aeropajito Montero, obrero del molino de los Aguilera, en el año 1958 antes de partir a  la Sierra incendió el molino, aunque las llamas fueron sofocadas.

En la zona de Punta de Güira (Hoy Mateo Romás) los rebeldes bajaban con una seguridad total, el pueblo y los trabajadores de las arroceras de los Roca y Álvarez los apoyaban con todo tipo de recurso y en muchas ocasiones los ocultaron, allí se personaban con frecuencia Ángel Verdecia, José Argibay y Ramón Paz Borroto quienes recibieron pruebas de apoyo, simpatías y solidaridad, al igual que Vilma Espín.

En Yara ocurre un hecho que convulcionó a todo el pueblo. Estanislao Arias Fonseca coloca una bomba en el ferrocarril que estremeció a todo el pueblo utilizando un detonante que había traído de Veguita Bienvenido Viltres Carbonell.

La economía del territorio en los años de la guerra

Cuando la lucha comenzó a tomar proporciones mayores hubo ciertas afecciones en las principales ramas de la economía yarense, fundamentalmente en la cañera, pues hay ejemplos concretos de gran cantidad de caballerías de este cultivo que fueron quemadas por miembros del M-26-7 y combatientes de la Sierra Maestra. Por ejemplo el 31 de diciembre de 1958 en Macuto y los alrededores del poblado de Veguita fueron devastadas por las llamas 14 caballerías. Estas cañas eran molidas por los centrales Sofía y Estrada Palma, aunque estas acciones no constituyeron duros golpes, sí marcaron tentativas de obstaculizar las grandes riquezas que alcanzaban los patronos y colonos ricos del territorio. Dichas actividades eran frecuentes en la localidad.

Otra rama de la economía que también constituyó un blanco de las acciones revolucionarias fue el arroz, y hubo un primer intento de quemar el molino arrocero de los Aguilera y parte de los cultivos y almacenes, esta acción surtió efectos meses después y fueron destruidas las oficinas y varias edificaciones y equipos de esta sociedad que eran utilizados por ellos para explotar a las grandes masas de trabajadores agrícolas que acudían de todas las partes del país.

Estas actividades no tomaron dimensiones mayores por los acuerdos que fueron tomados entre los ricos propietarios y al dirección del Ejército Rebelde en la Sierra que comienzan a cobrarle a estos explotadores un impuesto de guerra, lo que motivó que la economía no se dañara, pues de acuerdo a los resultados productivos así sería el impuesto, que entre las dos ramas constituían miles de pesos que fueron de gran utilidad a los rebeldes. Estos exigían a parte del impuesto un pago razonable a los trabajadores agrícolas y el cumplimiento de las demandas que estos plantearon en las huelgas que se desarrollaron a finales de 1957 y 1958.

El comercio también sufrió en algún grado cierta merma en su economía, pues muchos de los pequeños comerciantes que eran adeptos a la tiranía tuvieron que entregar sus productos sin remuneración alguna y en otras oportunidades sus bodegas eran tomadas por asaltos y todos sus recursos confiscados y llevados para la Sierra Maestra, como le sucedió a la bodega de los mellizos Leyva en Yara el 18 de septiembre de 1958.

Extensión de la lucha armada y de masas en el territorio hasta el 31 de diciembre de 1958

El 16 de diciembre de 1957 baja a Veguita un grupo de combatientes de la columna No. 1 y atacan el cuartel estableciéndose un enfrentamiento,  los soldados respondieron con fuego al ataque de los rebeldes, pese a no tomarse aquella pequeña fortaleza militar revistió esta acción una gran significación, demostró que las fuerzas rebeldes no sólo eran capaces de combatir en la sierra, sino que podían hacerlo en el propio llano y les permitió obtener gran cantidad de mercancías que eran muy necesarias, producto al bloqueo que el ejército había aplicado. Esta operación fue dirigida por Eduardo Sardiñas (Lalo). El 16 de enero de 1958, los rebeldes vuelven a este objetivo militar, el enfrentamiento se produce desde las afueras del poblado, los rebeldes quemaron algunas propiedades y ocasionaron varias bajas a las tropas gubernamentales..

Entre las operaciones importantes de los rebeldes en el llano se encuentra el ataque a Yara Arriba a mediados de 1957, siendo el blanco de la ofensiva las propiedades del senador de la dictadura batistiana Guillermo Aguilera, fue incendiado el molino arrocero, las oficinas con todos sus documentos y medios, destruyéndose un importante equipo de comunicación, una microonda con la que se daban los partes de cómo marchaba la producción arrocera a su propietario, quien la mayor parte del tiempo permanecía en La Habana y se comunicaba hasta con España, dicho equipo tenía una gran potencia, quizás el propio desconocimiento de la existencia de esta planta impidió que los rebeldes se la llevaran y fue destruida por las llamas, parte de las oficinas fueron destruidas por los bulldozers.

Entre las zonas de Bayamo, Mabay, Julia, Cauto y Veguita, incursionaba la pequeña guerrilla de Orlando Lara la que realizaría el 31 de diciembre de 1957 el incendio de14 caballerías de cañas en Repelón y el puente del arroyo de Cimborio. Las fuerzas de la tiranía acantonadas en veguita no se movieron del cuartel y sus alrededores, pues temían a una acción similar a la ocurrida el día 16 en esta zona, la dictadura se encontraba en constante jaque.      

Esta área, también fueron escenarios de las acciones de un grupo armado dirigido por Rafael Verdecia quien realizaría una acción importante en Los Cayos el 29 de septiembre de 1958 ocasionándole varias bajas a la dictadura neutralizándose un convoy del que se tomaron 15 armas de distintos tipos, la acción se desarrolló rápida, pues de Manzanillo a Bayamo se dirigían numerosas tropas fuertemente artillada. Los miembros del aquella pequeña guerrilla tuvieron una baja al resultar herido de gravedad el teniente Ramiro Benítez Verdecia quien murió en Caonao en la casa de la colaboradora revolucionaria Dulce Delgado Tapia, su cadáver fue  trasladado con grandes dificultades hasta Cujabo donde fue sepultado hasta el triunfo de la Revolución en que fue llevado para su lugar de nacimiento en el Cerro Pelado.

En esos días en que ocurren los sucesos de Los Cayos, los militares andaban coléricos, violentos pues habían sido atacados con anterioridad en el poblado de Yara en la noche del 18 de septiembre de 1958, por una columna rebelde que procedía  de la Miel, bajo las órdenes de Victor Mora Pérez (apátrida) el ataque se concentró hacia la línea del ferrocarril que conducía hacia Estrada Palma y carretera central, zona donde existían dos prostíbulos y un pequeño bar, los que frecuentaban los soldados para divertirse.

La fuerza rebelde vino preparada con 100 hombres pues conocía que la dictadura contaba con 120 soldados bien armados en el cuartel, desempeñando un papel importante el factor sorpresa. Los batistianos con un saldo de 5 bajas, se le ocuparon 6 fusiles, 1 000 balas y un prisionero. Al partir hacia las montañas se le ocupó toda la mercancía a una tienda de víveres que se encontraba en las afueras y que pertenecía los mellizos Leyva la mercancía fue trasladada en una arria de mulos, que tomó el camino por la finca de los Cubeñas, los casquitos sólo disparaban desde el cuartel a rumbo, sin un objetivo definido.

Este ataque a Yara, fue el más contundente teniendo en cuenta que se había producido con anterioridad, una acción de hostigamiento al cuartel desde distintas posiciones el 27 de marzo de 1958, no se produjeron bajas pero si alteró la tranquilidad y confiabilidad de que disfrutaba la soldadesca. Rara vez se dejaba de escuchar en las noches los tiroteos por las calles, los habitantes se refugiaban en sus hogares cuando comenzaba a ocultarse el sol, en cada casa se construyó un refugio preferentemente debajo de la cama, pues la tiranía y los masferristas disparaban hacia cualquier dirección. La situación día tras día se tornaba más difícil, el teniente Pino jefe del cuartel controlaba las entradas y salidas del pueblo y establecía y chequeaba las mercancías que adquirían los consumidores para evitar cualquier tipo de cooperación con los rebeldes, todo sospechoso era detenido y se le aplicaba la parafina dando positivo la mayoría de los casos, con el objetivo de torturarlos salvajemente y muchas veces eran asesinados..

Para el poblado fue de gran dolor la muerte de Emilio Hérriman Pérez otro hijo de Yara que intentó trasladar recursos para los rebeldes de quien formaba ya parte, cayendo en una emboscada tendida por los casquitos en Barranca Alta, a orillas del río Yara, el 7 de junio de 1958. Similar acción realizaron el 19 de abril de 1958 las tropas bajos las órdenes de Morejón se dirigen a Cujabo y cometen uno de los crímenes más horrendos que recuerda la historia de este territorio, el asesinato del anciano Pastor Ross Cañete de 67 años, que se encontraba enfermo, en compañía de su hijo Pastor Ross Oliva de 17 años y Jesús Figueredo Pantoja (Chucho), sus cuerpos fueron trasladados en una rastra de bueyes tirada por un tractor que manejó obligado por las fuerzas de la tiranía el sobrino de Chuco, Filiberto Pantoja Grillo (Niño) apenas un adolescente que fue testigo presencial del crimen, los restos fueron llevados en estas condiciones hasta Sabanilla cerca de Barranca, donde fueron montados en unos camiones que partieron con destino a Bayamo comunicando que los mismos habían sido sorprendidos en las cercanías de la sierra donde colaboraban con los rebeldes.

Acciones como estas ya habían llevados a cabo muy cerca de este lugar, en Palmarito donde se encuentran los límites de Yara y Buey Arriba, fueron asesinados el 19 de enero de 1958 Agustín Rodríguez González su sobrino Luis Manuel Oliva González (Memen) y Joaquín Oliva Oliva (Quin) un niño con retraso mental. Sus cuerpos no fueron encontrados por mucho que se buscaron en 1958, sólo pudieron ser localizados sus restos el 4 de enero de 1959, después del triunfo revolucionario en unos matorrales espinosos ubicados entre Cayo Redondo y Las Novilla.

Ante a imposibilidad de frenar este auge revolucionario de las masas los batistianos operaban con mecanismos siniestros y un ejemplo lo constituye el incendio de varias casas de campesinos en Palmarito en la noche del 6 de marzo de 1958.

La  lucha cobraba fuerzas, la estrategia es extenderse en el llano la  Columna No. 11 Cándido González dirigida por el capitán Jaime Vega Saturnino, partió con 65 hombres desde las Vegas de Jibacoa el día 8 de septiembre de 1958, con la finalidad de operar en el territorio camagüeyano pasó por el actual territorio de Yara estableciendo su primer campamento, en la finca Cujabo, utilizándose como guía el campesino Kin León, reiniciándose la marcha hasta el nuevo campamento en la finca Repelón, próximo a la carretera Bayamo-Manzanillo, vía de gran importancia militar ya que servía de límites entre la sierra y el llano, reanudan la marcha el día  12 de septiembre de 1958 cruzando la carretera entre Los Cayos y Barranca, internándose en los campos de Julia en la madrugada del día 13, en medio de una impenetrable oscuridad que les hacía avanzar a ciegas y en ocasiones con el agua en la cintura.

Al transcurrir 27 días de este acontecimiento, en la zona hace su presencia una nueva columna invasora, la No. 12 "Simón Bolívar", dirigida por Eduardo Sardinas Labrada (Lalo) con destino a Las Tunas donde llevaban las orientaciones de Fidel para crear el IV Frente Oriental. Dentro de su trayecto estableció en el municipio dos campamentos, el primero en la finca Alto Cedro de Repelón el día 9 de octubre de 1958, penetrando al territorio por la finca Las Mercedes con un rumbo inexacto, amenazando lluvia y la oscuridad no le era fácil su orientación, por lo que tomaron como punto de referencia el resplandor de las luces del poblado de Veguita, la lluvia los sorprendió y acamparon a las dos de la madrugada bajo un gran aguacero, en la casa de tres colaboradores, el mayoral de la finca Tomás Gutiérrez (Sico), en la de Enrique Pacheco y la de Patrón Matos. La proximidad del cuartel de Veguita y el poderoso puesto de mando enemigo de Bayamo, donde había más de 4 000 soldados, les hizo tomar medidas extremas. El cruce de la carretera se hizo en horas de la noche por un lugar conocido por Las María entre el caserío de Barranca y Los Cayos jugando un papel importante los colaboradores de la zona. Una vez realizado el cruce de la peligrosa carretera Bayamo-Manzanillo, penetran en las guardarrayas de los campos de cañas del central Mabay siendo una odisea, para los combatientes que caían de bruces, enredados con los bejucos, en medio de una gran cantidad de agua y fango producto de las abundantes lluvias caídas en este mes, y teniendo en cuenta que en septiembre el país se vio azotado por el ciclón Ela. Otro inconveniente fue la carencia de prácticos, teniendo que utilizar un desconocido, que los llevaría nuevamente al territorio de Yara, esta vez sería hacia la finca San Vicente del barrio La Sal, situada a unos 8 kilómetros de Veguita habitada por la familia de los Parra destacándose en la colaboración Benito y Felipe Parra Aleaga, quienes brindaron sus casas y las de sus familiares para instalar el cuarto campamento de la columna, que contaba con más de 150 hombres.

El 11 de octubre abandonaron el territorio guiados por Benito Parra hasta las proximidades de Río Cauto, avanzando sin contratiempo hacia la meta propuesta, Las Tunas.

A fines de septiembre exactamente el día 27 cae en una emboscada por incumplir con las orientaciones de la comandancia, Jaime Vega Saturnino, jefe de la columna No. 11 que se dirigía a Camaguey en un pequeño caserío llamado Pino 3. En esta acción los rebeldes tuvieron un total de 32 bajas, muchos no murieron combatiendo, fueron asesinados a mansalva en un lugar conocido por La Caobita. Ante estos acontecimientos Fidel decide enviar hacia Camaguey la columna # 13 Ignacio Agramonte bajo las órdenes del capitán Víctor Mora Pérez. El día 19 penetran en el territorio yarense por la zona de Cujabo pasando por Caonao hasta llegar a la finca Alto Cedro, donde establecerían el campamento que abandonarían ese mismo día a las 9 p.m, después de establecer contactos con el importante colaborador José R. Milanés Fornaris (Maribuena). En absoluto silencio se hace el cruce de la carretera central por Las María entre Los Cayos y Barranca penetrando en las colonias del central Mabay. La columna al pasar por el territorio la integraban 77 hombres.

Esta vía de tránsito muy explotada por los rebeldes fue, independientemente de su peligrosidad, una zona segura pues los rebeldes contaban con un grupo de colaboradores que conocían cada palmo de tierra y cada movimiento del ejército. Esto permitió que las columnas No. 11, 12 y 13 al incursionar por el territorio, lo hicieran como estaba previsto, marchar sin ser localizado por la dictadura, evitándose de esta forma un enfrentamiento que dificultaría, en gran medida, el cumplimiento de la misión encomendada. Entre los colaboradores que brindaron su apoyo incondicional para el logro exitosos de la marcha hacia occidente se encontraron hombres y mujeres que anhelaban el triunfo de la Revolución, destacándose entre ello, Joaquín León (Kin), Aldo León, Pedro León, Gloria León, Santiago Estrada, José R. Milanés Fornaris, Dulce Delgado Tapia, Patrón Matos, Tomás Gutiérrez, Humberto Milanés, Sica Maíllo, Enrique Pacheco y José Álvarez entre otros.

A fines de 1958 baja de la Sierra una pequeña guerrilla y en Los Cayos se produce un enfrentamiento con la dictadura  batistiana el 2 de diciembre, neutralizándose un convoy y una tanqueta que disparaban con sistematicidad. En  la acción murieron varios casquitos, los rebeldes se retiraron sin bajas. Como represalia el 4 de diciembre se personó en el lugar Sosa Blanco y quemó las casas de las familias Sánchez.

La columna No. 8 Ciro Redondo dirigida por Ernesto Che Guevara penetra en el municipio por las arroceras de los Roca y Álvarez el 31 de agosto de 1958, estableciendo su primer campamento en Monte Orilla o finca de Mario González, lugar con cierta seguridad que le permitiría pasar el día, hasta que oscureciera para hacer el cruce de la carretera central, este se hizo con muchos riesgos, pero no hubo dificultades pasando exactamente por un pequeño bosquecito de mangos y cocos que se encuentra a 1 Km al oeste del poblado de Cayo Redondo. Al salir al camino se dirige hacia el Remate, tomaron los camiones que con muchas dificultades los llevarían hasta Cayo Grande, donde la columna establecería el segundo campamento del llano, independientemente de que habían hecho una pequeña estancia en Jiménez. Transcurría el 1ro de septiembre de 1958, el tiempo estaba muy malo, el agua era abundante se acercaba el ciclón Ela, por lo que se decidió establecer el segundo campamento en el llano, esta vez sería en la finca de Cayo Grande propiedad de César Codina donde permanecieron tomando un merecido descanso, hasta las 4 p.m en que el Che decide reanudar la marcha para aprovechar el tiempo y llegar ese mismo día a Río Cauto, por donde se encontraba la columna No. 2 Antonio Maceo dirigida por el Señor de la Vanguardia, Camilo Cienfuegos, quien dando muestra de una gran audacia había pasado por el territorio de Yara el 26 de agosto de 1958 ante la imperiosa necesidad de acelerar la marcha hace una pequeña escala en Becerro, mientras llegaban unos transportes que Camilo había ordenado buscar al teniente Cenen Mariño en la colonia La Julia, para recorrer 70 Km que caminando invertirían 3 ó 4 días con sus noches en el trayecto.

En su estancia en Becerro fueron atendidos  en la casa del campesino Fernando Alba, quien junto a su esposa le mató una vaca para que la tropa integrada por 96 hombres se alimentara y descansara pues tenían los pies ampollados y llenos de dolores. La columna continuó su misión por la noche rumbo a los llanos en su ruta hacia occidente.

Como se refleja anteriormente el año 1957 en sus fines y el 1958, fueron en incursiones armadas desempeñando en el territorio yarense un papel significativo el P.S.P, que apoyó con grandes sacrificios, la lucha guerrillera en la Sierra, desde todos los puntos de vista. Ellos contribuyeron con la causa de la Revolución trasladando mensajes, ropas, alimentos, medicinas, armamentos y hombres, que en muchos casos desconocían la zona y querían llegar a las montañas, como el caso en Yara Arriba de Carlos Rafael Rodríguez, Armando Acosta Cordero, Oscar Ortiz Domínguez y Osvaldo Sánchez Herrera entre otros. Los mismos fueron conducidos y ayudados en diferentes misiones pos los socialistas de Yara Arriba, que habían enviado hombres para la Sierra de su partido, como Gregorio Figueredo Figueredo (Gorito) quien combatiría en la columna No. 1 José Martí y Germán Figueredo Figueredo que en compañía de José Figueredo Espronceda serían miembros de la gloriosa columna No. 8 Ciro Redondo, que desempeñó un papel tan importante en la derrota de la tiranía. Algunos de sus miembros marcharon a la Sierra pero fueron enviados nuevamente al llano por su importancia en este frente de lucha, tal fue el caso de Roberto  Figueredo Figueredo quien combatió desde esta trinchera junto a Baldomero Rodríguez Piñeiro, Leandro Figueredo Piñeiro, José Antonio Figueredo Escalona y Serafín López Pérez quienes se apoyaron en elementos jóvenes que hicieron en el fragor de la lucha verdaderas proezas, que permitieron el afianzamiento de la lucha guerrillera en la sierra.

La dictadura se revolvía desesperada por la cercanía de las fuerzas rebeldes y la aplicación de la justicia revolucionaria. Estrada Palma ya había sido liberada el 16 de diciembre de 1958 y día a día se acercaban. El Ejército Rebelde iba dejando las montañas y se extendía por los pueblos donde se encontraban los puestos militares como Jiguaní donde se desarrolló una acción importantísima dirigida por Fidel dejando liberado este pueblo el 19 de diciembre de 1958, allí cayó combatiendo junto a 10 compañeros el capitán Elidover Arias Pueblas, natural de Yara.

Todas las zonas se iban liberando como por ejemplo Río Cauto el día 15, Niquero y Media Luna el 26, Pilón el 29 y ya había sido liberado Guisa el 30 de noviembre  de 1958. Los soldados del ejército radicados en Yara se veían con los nervios alterados, pues tenían en sus cuentas muchos crímenes, sus jefes empezaron a fines de diciembre a retirarse, sin llamar mucho la atención para no crear el pánico entre los subordinados. La situación se iba tornando insostenible, ya el 31 de diciembre de 1958 los rebeldes estaban próximos a Yara y los soldados acobardados se retiraron dejando solo el cuartel, que fue ocupado de inmediato por el pueblo, liberándose el poblado el día 31 sin acciones de enfrentamiento, aunque es necesario precisar, que ese día por la mañana una avioneta después de bombardear al poblado de Sofía, se dirigió a Yara y ametralló las áreas aledañas al cuartel donde varios rebeldes fueron sorprendidos en plena carretera y estuvieron a punto de perder la vida. Veguita logra su liberación el 1ro de enero de 1959. Era algo embriagador, algo hondamente emotivo ver aquel pueblo desbordado por las calles con una alegría infinita agradeciendo a Fidel la liberación de la patria.

En todas partes la alegría era inmensa, muchas veces acompañada con una mezcla de dolor, al  ver que los seres queridos no llegaban de la guerra, habían muerto por la patria, cuadros verdaderamente dramáticos aparecían ante los ojos del pueblo, como en el cuartel de Yara donde aparecieron putrefactos más de una decena de cadáveres, que en muchos casos no pudieron ser identificados por el grado de deformación producto de las torturas de que fueron objetos. Así terminó aquella dura guerra.  

Referencias bibliográficas

1.-
Botello Ávila, Olvein. Testimonio de un Guerrillero. Ediciones Unión, La Habana, 1986, p.53.



Publicado: jueves 20 de mayo del 2021.
Última modificación: jueves 20 de mayo del 2021.